Las concertinas cortan. Ni el ropaje protector es capaz de servir de freno a una alambrada que termina rajando los cuerpos de esas personas que intentan, cruzando la doble valla, alcanzar la odisea de entrar en Ceuta.

Es una meta prácticamente imposible de lograr, pero esta madrugada se ha rendido ante cuatro subsaharianos que han conseguido sobrepasarla sin ser vistos, aunque dejándose la piel de manos y pies en el alambre.