Así despedían hoy varios compatriotas argelinos a Reduan. Un compañero al que todos quieren en el CETI, un compañero que se ha ganado el cariño de todos los presentes. Sufre una parálisis que le obliga a estar en silla de ruedas, así ha permanecido durante más de ocho meses en el centro del Jaral, hasta que hoy le ha tocado su turno. Marcha a Málaga. Su despedida no ha estado exenta de emoción. A Reduan se le quiere, ese cariño se lo ha ganado a pulso.

Junto a él se han ido 50 subsaharianos, de los que entraron el pasado febrero. Marchan a distintos puntos del sur y muestran su agradecimiento por el tiempo que han permanecido atendidos en el centro y contando con el apoyo de asociaciones y religiosos. Hoy les ha tocado su oportunidad. Al otro lado del Estrecho les espera una nueva vida.