Cuando daban las 18.00 horas, todavía a 15 minutos del comienzo del encuentro contra el equipo mallorquín, los aficionados ya animaban los aledaños del Murube. Mientras los últimos rezagados adquirian las entradas en taquilla, grupos de vecinos, amigos y familiares hacían su entrada al estado, unos más silenciosos que otros, ataviados con la equipación, banderas o, incluso, instrumentos. Ayer el ascenso se vivía más cerca y era necesario “volcarse con el equipo”, confesaban.