Son cuatro familias. 24 niños, de ellos uno con una afección del corazón. Cuatro personas diabéticas. Son los últimos ocupantes de las viviendas situadas en el último rincón de Ceuta, donde se pierde la ciudad y asoma la frontera del Tarajal. Son las víctimas del fenómeno del porteo, que han pasado de vivir con cierta normalidad en sus casas a formar parte de una particular ratonera.